lunes, 7 de octubre de 2013

A partir de entonces lo vi distinto


Patri Nueva  ( activista por los animales )

Ayer hablando con mi madre salió el tema de los toros y me puse a pensar. Resulta que de pequeña me gustaban. Me pasaba las sobremesas con mi abuelo viendo la tele, que siempre me dejaba elegir el canal y se tragaba horas de dibujos sin protestar (excepto de los anuncios, los odiaba todos). Pero si había toros me decía que esperara, que no cambiara de canal hasta que acabaran. Me parece estar viéndolo en su lado de la salita sentado, con el bastón en la mano riéndose. Recuerdo el sonido de las trompetas, los golpes en los portones por donde sale el toro, los pañuelos blancos agitados en las gradas, los caballos arrastrando al toro ya muerto, el torero levantando las orejas con gesto triunfante... me gustaban sobre todo los picadores, claro que

jueves, 18 de julio de 2013

Y empece a documentarme muy a fondo.

Pseudonimo : Ikurriña  (ex-aficionada)

Yo hace años sí iba a las corridas de toros en fiestas de Tudela, cuando era una adolescente y recién veinteañera que sólo pensaba en divertirse y en seguir el ritmo que marcaba la costumbre y la cuadrilla. Oye, el mismísimo Ortega Cano me lanzó un día un clavel que a su vez le habían lanzado a él cuando le aplaudíamos .Pero poco después, comencé a tomar conciencia de lo que supone de verdad una corrida de toros; comencé a fijarme en ese animal que está ahí, expuesto a su cruel destino ante los ojos impasibles del respetable. Y lo que vi, de repente, fue un animal que lucha desesperadamente por sobrevivir, mientras se oyen los vítores y jaleos de la gente que anima al mataor para que acabe con él (no sin antes haberle desangrado a conciencia y haberle dejado en la sombra de lo que era antes de salir al ruedo). Y empecé a documentarme muy a fondo, no sabes lo mucho que he leido al repecto, y jamás he vuelto a ir a una corrida de toros. He leido opiniones de veterinarios (muy recomendables los artículos de José Enrique Zaldivar, presidente de Avat "Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia"), y tengo una idea exacta de la masacre que sufren los toros en "honor" a la sacrosanta tradición y en nombre de la diversión.

martes, 18 de junio de 2013

Y me concentrè en lo que pasaba en el ruedo y a mi alrededor.

Aleksa delsol  (activista,  ex-aficionada)

Mi relato comienza hace no mucho, era yo una adolescente, es decir, desde siempre me han gustado mucho los animales e incluso soñaba con ser veterinaria, pero hace unos años conocí un poco más sobre la tauromaquía. Tuve un par de amigos que me hablaban mucho sobre la cría de toro, uno de ellos tenía una ganadería y siempre contaban lo bonito que es verlos crecer y pastar en la dehesa y todo ese romanticismo. La primera vez que asistí a una corrida fue por que él me regaló unos boletos para entrar a la plaza y ver a uno de sus toros. Yo en ese

jueves, 6 de junio de 2013

Nada es eterno en la vida

Eugenio Miltorres  (periodista)

Todo colombiano que se respete cuenta en su árbol Genealógico o más bien en su arbolito de “Matarratón Geneailógico”, con por lo menos algún bisabuelo Español, a más del pariente Afro o Nativo Americano, lo cual es de Perogrullo, pero resulta, sucede y pasa que las tres vertientes de la raza Patria , hacen que el lienzo dérmico sea un arcoíris asincrónico a la mentalidad cromosomal derivada de cada etnia ,pero lo ancestral sanguinario prima por sobre lo espiritual adquirido.
Por lo anterior es lógico que “todos “ tengamos en la genética, algún “gustico” por las corridas

Mi adios a los toros

Antonio Perez Henares  (ex- aficionado)



He sido taurino y no criticaré a quien lo sea. Pero este sábado he dicho adios a las corridas de toros.
He sido aficionado a los toros. Llegué hasta a compartir un abono en la Feria de San Isidro de Madrid. He seguido yendo a corridas y en ocasiones he disfrutado enormemente de la Fiesta. Guardo para mi memoria el indulto de dos toros como el momento más hermoso vivido: el uno

sábado, 20 de abril de 2013

El arte de matar

Antonio Muñoz Molina  (escritor)



Cuando yo tenía seis o siete años mi padre me llevó una vez a una corrida de toros. A él le gustaban mucho y le ilusionaba transmitir a su hijo esa afición. Se acordaba siempre de la tarde de agosto en que alguien bajó por la vereda de la huerta en la que trabajaba y le dijo llorando que un toro acababa de matar a Manolete, muy cerca, en la plaza de Linares. Manolete era para ellos un héroe y también una persona muy próxima. Más aún lo fue veinte años después otro matador de éxito más bien pasajero, Carnicerito de Úbeda. No sólo era de nuestra misma ciudad: su padre, de quien le venía el sobrenombre, tenía un puesto en el mercado justo enfrente del mío. De pronto ese niño al que mi padre había visto crecer era una figura del toreo que llenaba las plazas y aparecía a página entera en

viernes, 5 de abril de 2013

Reflexiones desde un punto de vista neutral.


Agustin Ordeñez Revilla



Creo que mi experiencia puede ser útil para todos, sea cual sea su opinión acerca de la fiesta taurina. Nací en una familia taurina, casi todos mis antepasados vivieron el mundo del toro, y yo como no iba a ser menos desde pequeño me aficioné a las corridas. He pertenecido durante casi 20 años a una de las peñas taurinas de más enjundia en este país y he asistido a las mejores corridas que se han podido ver en España. Incluso he conocido a alguno de los diestros más afamados. Sin embargo, en uno de mis viajes por el centro de Africa, mi manera de ver las corridas de toros cambió sobremanera, ya que fui testigo de un ritual de una pequeña tribu, que por cierto entraba dentro del paquete turístico que nos vendieron, en el que se sacrificaba ritualmente a un pequeño animal. Mis acompañantes vieron un magnífico espectáculo, lleno de colorido, magia y tradición, pero sin embargo yo no pude ver más que el rostro del animal pidiendo clemencia y su gesto de dolor y de