viernes, 5 de abril de 2013

Reflexiones desde un punto de vista neutral.


Agustin Ordeñez Revilla



Creo que mi experiencia puede ser útil para todos, sea cual sea su opinión acerca de la fiesta taurina. Nací en una familia taurina, casi todos mis antepasados vivieron el mundo del toro, y yo como no iba a ser menos desde pequeño me aficioné a las corridas. He pertenecido durante casi 20 años a una de las peñas taurinas de más enjundia en este país y he asistido a las mejores corridas que se han podido ver en España. Incluso he conocido a alguno de los diestros más afamados. Sin embargo, en uno de mis viajes por el centro de Africa, mi manera de ver las corridas de toros cambió sobremanera, ya que fui testigo de un ritual de una pequeña tribu, que por cierto entraba dentro del paquete turístico que nos vendieron, en el que se sacrificaba ritualmente a un pequeño animal. Mis acompañantes vieron un magnífico espectáculo, lleno de colorido, magia y tradición, pero sin embargo yo no pude ver más que el rostro del animal pidiendo clemencia y su gesto de dolor y de
sufrimiento al ser traspasado su cuerpo por una pequeña lanza. Me intentaron convencer de que no era para tanto, e incluso muchos de mis amigos me aseguraron que no era tan diferente a las corridas de toros, ya que sabían de afición. Y comencé a darle vueltas al tema y me di cuenta que tenían toda la razón, pero yo había tardado en darme cuenta. Desde entonces, hace ya casi una década, no he vuelto a pisar una plaza de toros ni he presenciado ninguna corrida de toros por TV. Creo que me resultaría imposible. Y no os voy a engañar, no me he convertido en un defensor de los animales ni puedo considerarme una persona antitaurina, pero realmente me siento culpable de haber asistido tantas veces a este espectaculo que ahora me resulta insoportable. Por ello sólo voy a pedir a los taurinos que reflexionen, que intenten ver el rostro del animal durante la corrida, sus ojos suplicantes y sus gestos de dolor, y se olviden de la faena del torero, aunque les resulte difícil. Si aun así son capaces de asistir a las corridas, les admiro, porque sabrán disfrutar de la fiesta como yo lon hacía antes, cuando nunca me fijaba en el animal. pero también quiero pedirles a los defensores de los animales que no se crean poseedores de toda la razón. Los taurinos no son (yo al menos no lo era) asesinos ni gente despiadada, sino que en muchos casos, como en el mío no se han dado cuenta realmente de la violencia y el sufrimiento que conlleva la lidia taurina, ya que la han vivido desde pequeños y lo que les gusta de la fiesta se sobrepone a lo que puede desagradarles. Por mi parte, jamás volveré a pisar una plaza de toros pero nunca intentaré convencer a nadie para que siga mi camino, ya que yo he sido el primero en despreciar, en muchas ocasiones los argumentos antitaurinos. Espero que mi experiencia les sirva de algo. Un abrazo a todos y espero que algún día desaparezca toda la violencia de este mundo, sobre los animales y sobre los seres humanos 

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