jueves, 18 de julio de 2013

Y empece a documentarme muy a fondo.

Pseudonimo : Ikurriña  (ex-aficionada)

Yo hace años sí iba a las corridas de toros en fiestas de Tudela, cuando era una adolescente y recién veinteañera que sólo pensaba en divertirse y en seguir el ritmo que marcaba la costumbre y la cuadrilla. Oye, el mismísimo Ortega Cano me lanzó un día un clavel que a su vez le habían lanzado a él cuando le aplaudíamos .Pero poco después, comencé a tomar conciencia de lo que supone de verdad una corrida de toros; comencé a fijarme en ese animal que está ahí, expuesto a su cruel destino ante los ojos impasibles del respetable. Y lo que vi, de repente, fue un animal que lucha desesperadamente por sobrevivir, mientras se oyen los vítores y jaleos de la gente que anima al mataor para que acabe con él (no sin antes haberle desangrado a conciencia y haberle dejado en la sombra de lo que era antes de salir al ruedo). Y empecé a documentarme muy a fondo, no sabes lo mucho que he leido al repecto, y jamás he vuelto a ir a una corrida de toros. He leido opiniones de veterinarios (muy recomendables los artículos de José Enrique Zaldivar, presidente de Avat "Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia"), y tengo una idea exacta de la masacre que sufren los toros en "honor" a la sacrosanta tradición y en nombre de la diversión.

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