martes, 18 de junio de 2013

Y me concentrè en lo que pasaba en el ruedo y a mi alrededor.

Aleksa delsol  (activista,  ex-aficionada)

Mi relato comienza hace no mucho, era yo una adolescente, es decir, desde siempre me han gustado mucho los animales e incluso soñaba con ser veterinaria, pero hace unos años conocí un poco más sobre la tauromaquía. Tuve un par de amigos que me hablaban mucho sobre la cría de toro, uno de ellos tenía una ganadería y siempre contaban lo bonito que es verlos crecer y pastar en la dehesa y todo ese romanticismo. La primera vez que asistí a una corrida fue por que él me regaló unos boletos para entrar a la plaza y ver a uno de sus toros. Yo en ese
entonces quería involucrarme y saber más acerca de lo que tanto me platicaban, además, siendo honesta, también quería pasarmela bien y hacer amigos. En mi provincia quien asiste a los toros es gente de "alta sociedad" gente "bien" que sale en el periódico o en las revistas de sociales fumandose un puro y abrazados de otros famosillos, yo quería ser parte de eso y creo que fue lo que me cegó al primera vez tanto como para ignorar lo que en realidad sucedía en el ruedo. Salí de la plaza y caminé con la "corriente", mi mejor amiga me acompañaba, vimos como sacaban al toro, dejaba un tremendo rastro de sangre en el suelo, podías olerlo, olía a muerte, no entendía
como todo esa gente estaba tan cerca del animal y aún así sonreír. Me fui en el mismo coche de mi amigo y el torero quién tenía sangre en sus ropas y llevaba flores que le habían arrojado en el ruedo, todos iban ríendo hasta que llegamos a la casa del "matador". Para ser mi primera experiencia no estuvo tan mal, pensé. Cuando todo terminó platicaba con mi amiga al respecto y me preguntó: -No sientes feo por el toro? Pobrecito!- La verdad es que yo ni siquiera lo había pensado, yo no soy una mala persona, solo no vi todo lo que sucedía en el ruedo. La segunda vez que fui, fué la última. Desde que llegué me concentré en lo que pasaba en el ruedo y a mi alrededor. Salió el toro, asustado orinó y defecó viendo alrededor. Ese día ví a un monton de gente como yo, con ganas de encajar, novatos, jóvenes e ingenuos. En el ruedo vi al toro, vi su mirada, vi un ser que se defendía, no que atacaba. Que se ahogaba con su propia sangre, que emitía lamentos, que sufría. Me salí sin decirle nada a mi amigo que había bajado al burladero. Me sentía muy mal, lloré por que no entendía como otros no veían lo que yo ví. Solo muerte y espectadores divertidos por ello. 
A  partir de ese día juré no volver a ir. Dejé de juntarme con mis amigos taurinos y decidí involucrarme con la labor de los derechos animales, ayudar, juntar firmas y lo más importante que es INFORMAR. Tratar de abrirle los ojos a quienes incurren en el maltrato animal no es fácil, peor tampoco imposible.

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